Por qué no me creo a Podemos

Gráfico realizado por El País - http://elpais.com/elpais/2014/08/04/media/1407160041_786585.html
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En los últimos meses, a raíz de las elecciones al Parlamento de la Unión Europea nos hemos acostumbrado a oír que estamos cercanos al “fin del bipartidismo”. Pero, ¿significa eso, realmente, el fin del sistema político español? Tengo mis dudas, y como solo son eso, dudas, las expondré sin demasiadas conclusiones.

Ya a finales del 2013, después de un barómetro del CIS en el que algunos coincidieron en que había sido excesivamente “cocinado”, se empezó a ver una tendencia. El bipartidismo empezaba a caer sin remedio, fruto de un muy mal gobierno de unos y una nula alternativa (a consecuencia del fracaso reciente) de los otros. Si nos fijamos en el histórico sobre intención de voto encuestado por el CIS, nos damos cuenta de que ni el Partido Popular ni el Partido Socialista Obrero Español habían obtenido nunca un resultado tan bajo. En la práctica, esto no preocupaba gracias a nuestra fantástica Ley Electoral que con su mayoría de circunscripciones pequeñas otorga una sobrerepresentación (haciendo inútil con ello el voto a otros partidos) a los dos partidos mayoritarios, apareciendo las terceras y cuartas fuerzas solo en las circunscripciones medianas o grandes, con lo que mientras estos dos partidos mantuvieran una gran diferencia con la tercera fuerza, el bipartidismo no caería.

Hasta que alguien se dio cuenta, en parte parece que gracias a la proyección de escaños que hizo IU corrigiendo la cocina del CIS (¿cocinando la cocina?), de que un Congreso de los Diputados con esa estimación de votos iba camino de ser ingobernable, es decir, que no habría pacto de gobierno posible aparte del PP+PSOE que aportara una mayoría ni mínimamente estable. Ni con el resultado aportado por la propia IU (que debemos suponer exagerado por simple estrategia política) podía éste pactar con el PSOE y conseguir una mayoría. Entonces, podemos decir que ya en octubre de 2013 se observó que España iba camino de ser un país literalmente ingobernable, porque con la indignación y crispación que se respira era impensable una gran coalición que haría temblar hasta lo más profundo las bases de la democracia española (teniendo en cuenta que un gobierno de tecnócratas o de concentración en una “Europa de la recuperación” daría mala prensa).

Algunos pensaréis, que al final, el crecimiento de IU al cual tendía desde las últimas elecciones podía suponer realmente que el partido fuera una alternativa que ni con la Ley Electoral mediante evitara un pacto de Gobierno de PSOE+IU. Pero ya sea para bien o para mal IU arrastra en el ideario popular una radicalidad obsoleta que no le permite ser una alternativa. Esta afirmación se puede fundamentar en dos aspectos: el primero, que ya en el barómetro del CIS de abril del 2014 previo a las Elecciones Europeas descendía por primera vez desde las generales la estimación de voto de IU (del 11,3% al 10,9%). El segundo, que a partir de la irrupción de Podemos, IU ha descendido hasta el 8,2%. Y en su momento parece que incluso se pensó en UPyD como socio de gobierno del PP, pero su crecimiento hace tiempo que se estancó en ser cuarta fuerza.

Y fue a partir de las elecciones al Parlamento de la Unión Europea de abril que por fin apareció la preocupación por la ingobernabilidad del Congreso a partir de la extrapolación de los votos que impedía cualquier tipo de pacto. Y es en este momento dónde diferencio entre el fin del bipartidismo y el fin del sistema político español porque ya en el barómetro de julio del CIS se observa que la estimación de voto de Podemos se ha casi duplicado en tan solo 4 meses, estableciéndose en un 15,3%, muy cercano al 21,2% del PSOE (previo al cambio de Secretario General, que seguramente habrá incrementado el %, habrá que ver si temporalmente). Y no creo que lo conseguido por Podemos hasta ahora sea un mero espejismo al ser tan necesarios (para el sistema).

En definitiva, cuanta más falta hacía un tercer partido que consiguiera ser la alternativa a uno de los dos grandes en las circunscripciones pequeñas y obtener buenos resultados en las grandes, para con ello conseguir algún tipo de pacto de gobierno posible y que realmente superara los estereotipos que impedían crecer a una organización con tanta carga histórica como IU, apareció Podemos. Por lo tanto, por pura necesidad del sistema que lo ha creado, lo más seguro es que el siguiente gobierno sea una coalición de PSOE+Podemos. Y para aquéllos que creéis en Podemos, sí, un gobierno de centro-izquierda será una mejora, pero como lo fue González a Suárez/Calvo-Sotelo y como lo fue Zapatero a Aznar, incluso una superación de viejas normas, pero no imagino que en ningún caso sea el fin de nada, sino una mera adaptación.

2 thoughts on “Por qué no me creo a Podemos

  1. Davant les enquestes del CIS hem de tenir prudència donada les experiències prèvies (cal recordar que en les preelectorals de les europees no considerava a Podemos en el PE). En cas que sortís en tercera força, el canvi polític pot ser no definitiu ja que en temps de crisis (democràtica i econòmica) sempre hi ha auge de partits més als extrems. Es possible que després torni, per desgracia, a la tònica normal.

  2. Estic d’acord en la prudència i en la radicalització en temps de crisis. Però crec que la radicalització ja la representaven dos partits com IU i UPyD i no han aconseguit créixer. Cal una tercera força ara mateix que possibiliti el pacte, i prou gran com per superar la Llei Electoral, així que amb els resultats presumibles ens trobaríem amb un PSOE i un Podemos bastant igualats, és a dir, no una simple tercera força sinó una alternativa. Entenc que es pugui veure a Podemos com a partit radical, però crec que un proper govern socialdemòcrata-esquerres suavitzarà el discurs i el consolidarà on crec que es troba representada la població espanyola, en aquest ampli centre que permet l’alternança entre un partit nou que representi la centre-esquerra, un partit de centre i un partit de centre-dreta.

    I sobre la desgràcia de tornar a la tònica normal, no crec que la tònica vagi a canviar pas tant amb la irrupció de Podemos, malauradament.

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